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La cancelación del proyecto del aeropuerto en Texcoco
Solo un primer paso en la lucha por la justicia social en México.

Por Carlos Armenta
Colaborador del Semanario ¡La Alarma!

La presidencia de la República mexicana decidió dar marcha atrás en su 
proyecto de construir, en Texcoco, el nuevo aeropuerto de la ciudad de 
México. La noche del primero de agosto, la presidencia informó su 
decisión de iniciar los trámites para dejar sin efecto los decretos 
expropiatoriás, citando la negativa de las comunidades ejidales a vender 
sus tierras.

Ante tal anuncio, los ejidatarios de San Salvador Atenco, una de las 
principales comunidades afectadas por el proyecto, celebraron durante 
toda la noche del mismo día primero. Aunque las celebraciones 
continuaban hasta la madrugada del día dos, muchos de los ejidatarios, 
incluídos sus principales líderes, mostraron una actitud de escepticismo 
hasta que no se les entreguen documentos por escrito que confirmen el 
anuncio de las presidencia.

Duranto la celebración, se oyeron arengas como la de “!Zapata vive, la 
lucha sigue!” la cual no es solo una frase, sino expresa la confirmación 
de que la lucha por la tierra continúa y sigue vigente. Al respecto, 
Ignacio del Valle, dirigente de las Unión de Pueblos en Defensa de la 
Tierra, puntualizó que “el ejemplo de Atenco ya prendió, por eso no 
podemos quedarnos en este paso. Conseguimos, gracias al esfuerzo del 
pueblo, que pare la expropiación, pero vienen otras luchas importantes. 
El problema de fondo es un orden social injusto que tiene muchas caras. 
Se llama neoliberalismo, Tratado de Libre Comercio, Plan Puebla Panamá, 
Acuerdo de Libre Comercio para las Américas....”

Los atenquenses miraron a su pasado y enconraron los símbolos que les 
permitieron emprender el largo camino de las resistencia contra el poder 
federal. Retomaron sus raíces prehispánicas a travéz de la figura de 
Netzahualcóyotl, rey de Texcoco, y se apropiaron de la rebeldía de sus 
abuelos que pelearon en el ejército de Emiliano Zapata, después de haber 
trabajado como peones en las haciendas porfiristas por doce centavos el 
jornal.

Éstas principales luchas sociales que sirven como símbolos de lo que se 
considera la nación mexicana, quedan representadas en la lucha de los 
atenquenses.  La  Revolución mexicana cobra vida con la resistencia de 
los ejidatarios de Atenco, pero no como herramienta de control por parte 
de las autoridades y unos pocos privilegiados, sino como estandarte de 
lucha por una justicia social que no ha fructificado en México a pesar 
del sacrificio de muchos mexicanos, en su mayoría indígenas y pobres.  
Sin embargo, el presidente Fox aseguraba, antes de la cancelación del 
proyecto, que las comunidades afectadas no tenían arraigo histórico en 
la región.

Las actitudes de los que insistían en que el proyecto Texcoco continuara 
sin importar la oposición de los campesinos revelan su mentalidad 
colonialista y porfirista.  Por ejemplo, Onésimo Cepepda, obsipo de 
Ecatepec, Estado de México, declaró que “aún cuando haya muerto una 
persona, aún cuando hayan muerto 500, se debió haber construído el nuevo 
aeropuerto en Texcoco.”  Cepeda sigue los mismos pasos de la iglesia 
católica durante la colonia en México, que justificaba cualquier matanza 
o trato inhumano hacia los indígenas de aquellos tiempos con el pretexto 
de la evangelización, cuando en realidad buscaba beneficios económicos.  
Al respecto, Ignacio del Valle reveló que “lo de la cancelación del 
aeropuerto le duele [al obispo] porque tenía las manos metidas en este 
negocio.” El señor Cepeda quiere obviamente regresar quinientos años en 
el tiempo.

Otra actitud que demuestra el deseo de regresar en el tiempo, aunque a 
este solo le interesa regresarse cien años, a la época del porfiriato 
(anterior a la revolución), es la del gobernador del Estado de México, 
Arturo Montiel Rojas, quien declaró que la cancelación del proyecto “es 
lamentable.”  Además, advirtió que continuarán las investigaciones por 
presuntos delitos cometidos por los ejidatarios durante las protestas.  
El señor Montiel asegura que “los inversionistas habían destinado 
aproximadamente el  cuarenta por ciento de los 2 mil millones de dólares 
que se necesitaban para echar a andar el proyecto,“ aunque el gobierno 
federal había revelado que “no había aún ningún inversionista haciendo 
los estudios o los proyectos de prefactibillidad para realizar la 
inversión.”  Sin quererlo el gobierno pone en evidencia a los que, como 
Montiel y el obispo Cepeda, anteponen los intereses económicos a las 
necesidades humanas.

Los ejidatarios rechazan tal actitud de avaricia.  Francisco Morales, 
campesino de La Magdalena declaró a La Jornada que “nuestro pueblo ha 
preferido un puño de tierra a un fajo de billetes.  Los billetes se 
acaban y nuestras tierras las tendremos para siempre.”  El gobierno debe 
de entender que ya no puede comprar el apoyo del pueblo con migajas.

Tanto los ejidatarios como otros importantes personajes políticos de 
México expresaron su aprobación hacia la cancelación del proyecto, pero 
mostraron también una actitud cautelosa.  Del Valle puntualizó que “si 
se retractaron en este caso fue porque no tuvieron otra salida.  Se 
venía una convulsión social, ¡a huevo! Pero si continúa el divorcio de 
las autoridades con el pueblo, si insisten en aplicar la fuerza para 
lograr sus objetivos, esto se va a repetir. ¡Habrá muchos Atencos!”  
Cuauhtémoc Cárdenas, ex-candidato a la presidencia por el Partido de la 
Revolución Democrática (de izqauierda), apoyó las declaraciones de del 
Valle, al apuntar que “el decreto expropiatorio no tenía ningún sustento 
ético ni legal,” es decir, la cancelación no obedece en un cien por 
ciento a las protestas sino a la inviabilidad social y política del 
proyecto.

El presidente Fox dijo que el aeropuerto se construirá, aunque no sea en 
Texcoco. Sin embargo, faltaría ver que opinan los propietarios de los 
terrenos a expropiar en otros lugares, y cómo el gobierno enfrentará una 
posible oposición.  Como dijo del Valle, “¡Habrá muchos Atencos!”  La 
lección del fallido proyecto aeroportuario es que el diálogo debe 
existir desde el principio y que en México ya nada se puede construir si 
no es con el consenso, tomando en cuenta a todas las partes involucradas.

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