[Dryerase] ¡La Alarma!--Inmigrantes Nicaraguënse

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Thu Nov 14 22:21:03 CST 2002


Inmigrantes nicaragüenses buscan, cada vez más, internarse a Costa Rica 
en busca de trabajo

Por Carlos Armenta
Colaborador del Semanario ¡La Alarma!

Las dificultades económicas por las que atraviesa la mayoría de la 
población nicaragüense hoy en día motiva, cada vez más, a muchos 
ciudadanos de este país a emigrar más allá de sus fronteras en busca de 
sustento para sus familias. Sin embargo, y contra lo que puede 
suponerse, el destino preferido por dicho migrantes indocumentados no 
son los EE UU.

En los últimos años, los nicaragüenses que optan por emigrar fuera de 
su país se trasladan principalmente a Costa Rica. Este flujo migratorio 
se ha establecido debido a la disparidad que existe entre Costa Rica y 
Nicaragua en lo que respecta tanto a oferta de trabajo como a salarios.

Los nicaragüenses prefieren, cada vez más, trasladarse a Costa Rica 
debido a que solo tienen que atravesar una frontera para internarse a 
territorio tico, lo cual es, obviamente, mucho más fácil que emprender 
la larga jornada que se requiere para llegar a territorio 
estadounidense. Además de la diferencia en cuanto a distancia, para 
llegar a los EE UU hay que cruzar cuando menos cuatro fronteras 
nacionales y aguantar los abusos y vejaciones de cuatro diferentes 
autoridades migratorias y policías nacionales, pagar más “mordidas” 
(término con el que se conoce aquí al soborno) y gastos de 
transportación. Otra ventaja es el idioma común que se habla en estos 
dos países (español).

Sin embargo, la jornada y la estancia indocumentada en Costa Rica no 
está exenta de peligros y abusos. Las autoridades y los patrones 
costarricenses aprovechan la condición de ilegalidad de estas personas 
para, tal y como sucede en los EE UU, explotar a los trabajadores 
indocumentados nicaragüenses.

Por un lado, muchos de los elementos de la policía costarricense exigen 
a los inmigrantes indocumentados nicaragüenses considerables sumas de 
dinero—conocidas popularmente como “mordidas”—para evitar su 
deportación. Sorayda Pulido, originaria de León, Nicaragua, explica 
como la policía costarricense “nos extorsiona y nos quita los reales 
cuando se entera de que somos nicaragüenses ilegales en Costa Rica”. 
Aunque la señora Pulido no especificó la cantidad exacta que los 
agentes policiales costarricenses le exigían durante su estancia ilegal 
en Costa Rica, ni cuantas veces tuvo que dar mordida, ella explicó que 
la dejaron “limpia”. La señora Pulido también nos explicó que no tuvo 
más remedio que trabajar lo suficiente para ahorrar para el pasaje de 
autobús de regreso a León.

La Sra. Pulido comentó que, como la mayoría de las mujeres 
nicaragüenses que emigran ilegalmente a Costa Rica, se dedicaba al 
trabajo doméstico, por el cual recibía aproximadamente US $100.00 al 
mes—un salario considerablemente superior al de US $60.00 al mes que le 
pagarían en Nicaragua. Además, explicó, “no hay suficiente oferta de 
trabajo para las trabajadoras domésticas en Nicaragua. A lo más que una 
puede aspirar es a lavar ropa y cobrar un córdoba por pieza (un córdoba 
equivale a aproximadamente siete centavos de dólar)”.

Otro rubro importante de la economía costarricense que emplea a un 
número importante de trabajadores indocumentados nicaragüenses es el 
agrícola. Tanto Sorayda Pulido como Joaquín, residente de Achuapa, 
Nicaragua (quien se negó a proporcionar su apellido por temor a 
represalias por parte de sus ex patrones, aún cuando se le explicó que 
La Alarma! Es un periódico de circulación local en Santa Cruz, 
California), coincidieron en señalar que “hoy en día hay más 
nicaragüenses que ticos en Costa Rica”. Aunque tal comentario parezca 
exagerado, en realidad sí hay más nicaragüenses que costarricenses 
trabajando en labores domésticas y agrícolas en Costa Rica.

La mayoría de los habitantes de Nicaragua sufren actualmente por el 
deplorable estado de la economía de su nación, producto de los 
devastadores efectos de una guerra civil que extendió desde mediados de 
los setentas hasta finales de los ochentas, así como de desastres 
naturales como erupciones volcánicas, terremotos y, más recientemente, 
el huracán Match.

Asimismo, existe el problema de una corrupción generalizada dentro del 
gobierno nicaragüense en todos sus niveles. Dicha corrupción no ha sido 
combatida efectivamente ni durante los años de gobierno Sandinista, ni 
durante los más recientes años de gobiernos de derecha. Solo por citar 
un ejemplo, el ex presidente Arnoldo Alemán, quien gobernó al país 
hasta el año pasado, se encuentra actualmente acusado de malversación 
de fondos estatales y lavado de dinero. Sin embargo, no ha sido 
arrestado porque disfruta de inmunidad parlamentaria. Alemán es ahora 
diputado de la Asamblea Nacional de Nicaragua (equivalente al Congreso 
en otros países).

La población de Nicaragua ha dejado también de recibir fondos por parte 
de los organismos de asistencia financiera internacionales (Banco 
Mundial, Fondo Monetario Internacional y Banco Interamericano de 
Desarrollo), aún cuando el Estado nicaragüense ha seguido muchas de las 
medidas impuestas por el FMI, el BM y el BID para otorgar ayuda. La 
educación, por ejemplo, no es completamente subvencionada por el 
gobierno, por  lo que muchos niños en edad escolar no asisten a clases. 
El gobierno de Nicaragua se encuentra también envuelto en el proceso de 
privatización del agua potable, lo cuál, seguramente, encarecerá el 
costo de este servicio para la población en general. Todo esto para 
lograr convencer al FMI, BM y BID de que se le otorgue ayuda financiera 
al país. Faltará ver quien es el beneficiario real de dicha asistencia 
financiera.

Todo esto provoca que una gran parte de la población nicaragüense 
decida emigrar hacia Costa Rica a pesar del trato abusivo que reciben 
en ese país. Joaquín  (de Achuapa) señala que “aunque la última vez que 
estuve allá trabajé durante dos meses y mi patrón solo me dio, al final 
de los dos meses, dinero que apenas me alcanzó para regresar a Achuapa, 
ni un solo real más, no me va a quedar más remedio que volver, porque 
con mi trabajo de guardia de seguridad aquí en Nicaragua no alcanza ni 
para frijoles y arroz”.

El caso de Joaquín no es una excepción, sino que se está convirtiendo 
en la regla para un número cada vez mayor de nicaragüenses: emigrar, a 
pesar de los abusos y explotación, o morir de hambre.
 
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